El duende de la luna
siempre sonríe;
ella, le acuna.
Hijo del Amor,
hijo del desierto
rodeado de un mar de caricias.
Entre dátiles, leche y miel
feliz crece.
No hay un duende más dichoso
que el niño de la luna.
Selene,
con su carita redonda,
lo abraza, lo mece,
es su amor más amado.
Bajo su luz nacarada
ella lo protege.
La luna ya no está sola,
el duende, siempre le acompaña.