Luis
Arias Manzo, chileno, en 1973 tenía 17 años.
Debió salir al exterior en marzo de 1975
y sólo volvió al país en febrero de 1991.
Sus últimos 12 años como exiliado los vivió en
Francia.
Es
autor de tres libros: Agualuna, Mil años de Amor e Instantes.
Los primeros tratan de dos encuentros místicos: Agualuna es
una tarotista panameña
que llega a despertar su intuición, Mil años…
está dedicado a una doctora francesa
que lo ha conocido en una vida anterior. En ellos, inclusivamente,
va narrando parte
de sus experiencias en tiempos de la dictadura de Pinochet y va revelando
su propio
despertar espiritual y sensitivo. El tercer libro es el relato de
un viaje, por tierra, a Brasil;
el tiempo sobre el bus se dilata y permite que en sus intersticios
afloren recuerdos vividos
27 años antes en Argentina durante su exilio. Los personajes
que se suman al viaje
propician las síntesis de sus historias pasadas; se vuelven
signos.
Antologías:
• “Dos Lunas Llenas” – Apostrophes Ediciones
– ISBN: 956-8230-09-2
• “1ra. Antología Poética” –
AVBL Edição – ISBN: 85-98219-02-9
•
Representaciones:
• Presidente Colegiado de la Unión Hispanoamericana de
Escritores (UHE)
• Primer Vicepresidente de la Asociación Latinoamericana
de Poetas (Asolapo)
Representante en Chile del Movimiento Internacional aBrace
Estaba atento a las señales,
Mirando a diestra y a siniestra,
Y caminaba por un mundo sombrío,
Cuando de pronto aparecieron
Tus luceros verdosos de amor,
Ya supe que no viajaría solitario
En este planeta que se despedaza
Doloroso de terror y de terrorismo.
Tu silueta agraciada de curvas,
Tu mirada penetrante y tierna
Junto a tus palabras que me invitaban,
Me devolvieron el verbo herido,
Que en las noches de Agualuna
Me robaba la Pachamama,
Ahora mi palabra te pertenece,
Porque tú, sólo tú, habitas mi pensamiento.
Te veía venir lejana en el tiempo,
Encubierta en otros luceros claros
Que ya estaba amando apasionado,
Como amo ahora tus ojos claros de inocencia.
Los años que te llevo son mi experiencia
Que ingenua cohabita con mi desesperanza,
Déjame amarte eterno y profundo,
Como amo mi lucha cotidiana de milenios.
Romaneth VII
Sincronías de lo invisible,
Señales del más allá,
Mensajes envueltos,
Incomprensibles coincidencias
Y todo eso, todo eso
Son ondas que traspasan
La frontera invisible...
Así se produjo nuestro re-encuentro
Amor, desde la noche de los sacrificios.
Eso es lo incomprensible para ti,
Ese lazo que no puedes discernir,
Eso es amor eterno...
Cuando los amores se callan
Y te seden el lugar
Para ti y sólo para ti,
Eso se llama: obediencia a la historia,
Obediencia a la sabiduría.
Cuando entiendas cómo funciona esta cosa
Cómo gira el engranaje de la existencia,
Entonces, y sólo entonces
Me amarás sin celos odiosos,
Esos odiosos celos que dañan sin razón.
Entonces, y sólo entonces
Me amarás feliz,
Feliz como yo te amo a ti.
LA
AMIGA DE LOS OJOS GRANDES
(A Pachamama : La musa
de mi segundo libro “Mil Años de Amor”).
Mi sangre estalló muchas veces
Cuando tu nombre se apagaba,
Y cuando veía derrumbarse el mundo,
Pero tu ausencia dejaba lugar a metáforas
Que poco a poco dieron lugar
A la obra de tu esencia:
Una creación en beneficio de nuestra humanidad.
Nunca dudé de tu pureza,
Ni menos aún de tu secreta misión.
Nunca dudaría de mí mismo,
Ni de la amiga de los ojos grandes.
Y aunque mi amor milenario por tu alma,
Se atragantaba y moría desecho,
Guerrera de todos los tiempos,
Yo sabía, yo lo sabía,
Que un día, que un día como hoy,
Tu luz nuevamente aparecería,
Realumbrando mi esperanza.
Siempre supe, siempre lo supe,
Que tus latigazos
Contribuían al alumbramiento
De las voces estancadas en mi ser.
Pachamama, mujer de la Tierra,
Diva de antaño
Y del bosque de luciérnagas,
Guerrera infatigable
De mirada guevariana,
Ser femenina, dulce y mía,
Déjame una vez más...
Nuevamente quiero
Incursionar en tu mirada
Para perderme en las llanuras de la vida,
En las entrañas de lo invisible,
En el misterio existencial,
De mi propia historia,
De mi historia de siempre,
De ayer, de hoy y de mañana.
DULCE:
Mujer de las Amazonas
Dulce, estás lejana y casi olvidada,
Pero no es tu culpa,
Tampoco lo es la mía.
Dulce, mujer clara y fina,
Fuiste un aliento en mi espera,
Cuando esperaba un instante feliz.
Pero hiciste que mis momentos
Se llenaran de felicidad lúbrica,
Y fuiste el preludio
De la pasión que me llevó
A escribir sobre esto,
De lo que en esta noche escribo.
Mujer simple de cuerpo perfecto,
De mirada dolida que investigaba la mía,
Me duele tenerte inaccesible,
Porque no sé cómo decirte esto.
Te buscaría por los suburbios de tu ciudad,
Iría por las calles de Sao Paulo,
Y preguntaría por tu nombre
En cada rincón de la urbe,
Y llegaría hasta tus brazos morenos
Para nuevamente amarte.
Te mereces mis palabras,
Y mucho más que eso,
Ameritas todas las metáforas que forman mi canto,
Pero hoy me he quedado vacío, fofo y triste,
Y ya no sé escribir alegorías esta noche,
Por eso me voy a morir con tu poema infeliz...
TE
QUERÍA DECIR PERO YA NO PUEDO
(A Cristina Castello)
Ayer eran las alas las que me agitaban
Porque me traían tu prólogo en versos
Y relampagueaba mi corazón con chispas de felicidad,
Por cada sílaba nacida de tu sensibilidad,
Por cada palabra que tejías en tu alba.
Hablábamos
de resistencia,
De las inquietantes sendas de la humanidad.
Hoy
nos atrapó la aurora ensangrentada,
La razón de nuestro grito nuevamente,
Nuevamente tocaba a la puerta.
Nuevamente un once al alba,
Un once opacando el canto del mundo.
Te
quería hablar de nuestro ir y venir
Y de tu prólogo, ese cómplice canto.
La
jornada ha sido de carreras,
Un subir y bajar las escaleras
Y correr por las calles de Santiago,
Mientras Madrid lloraba sus inocentes muertos
Mi ahogado silencio también se opacaba.
He
sentido tu amor en las palabras,
Mañana y siempre seguiremos batallando.
Quiero
decirte gracias amiga del alba,
Gracias compañera de tantas guerras,
Gracias amor de tantos suspiros y amaneceres.
Agualuna
V
(De mi primer libro: “Agualuna”)
Siguen conspirando los elementos que componen el universo,
Porque cada paso mío,
Cada mirada mía me llevan hasta tus brazos,
Porque cada movimiento ajeno que transita mis calles
Hace que mis ojos se iluminen con tu presencia.
Cada día espero tu llegada con la impaciencia de siempre,
Cada hora que pasa descontrola mi pulso y mi tacto
Y las cosas van perdiendo su forma cuando no estás tú.
¿Qué serán mis momentos cuando te hayas ido?
Subir y bajar las escalas trastornan mi larga espera,
El cuerpo se me pone pesado como una carga de metales,
Ya nada es simple, ya todo enciende mi angustia,
¿Por qué no me llegan tus correos
Con tus palabras pintadas de luna?
Caminando por esas meditaciones de búsqueda
Me he perdido en mil preguntas con etcéteras que duelen,
Las puertas se van cerrando una a una como si me fuera morir,
Ya me diluyo como una tormenta caribeña.
¡Oh!, amor súbito que irrumpiste en mi lucha diaria,
Déjame navegar hasta el fondo de tus inocentes misterios
Déjame arañar los aromas de tu mirada templada
Y déjame, Diosa centroamericana,
Caer suave por el abismo de tus palabras calladas.
Agualuna
VI
¿Quién eres?, me preguntabas.
Soy un errante por la vida,
Que suele hablar con el corazón,
Ahora quiero aprender tu sabiduría,
Enséñame a hablar con la luna!.
He tratado de escucharle los mensajes,
Me he pasado contemplándola durante horas
Me he quedado bajo los mantos de la noche
Y abrigado con los vestidos de la luna,
Pero no logro despertar mi intuición.
Me he transformado en un lobo solitario
Con mis ojos profundos y mi mirada herida,
Y me he aproximado a tus besos en silencio,
Alimentándome de luna sereno en la noche,
Y no logro descifrar los símbolos de sus palabras.
Con tu recuerdo voy trazando mi esperanza,
Diva caribeña hermosa y mía,
Enséñame las vocales que le faltan a mi alfabeto
Porque mi alma se va dividiendo
Y no sé cómo salir de este trance.
¿Quién eres? Me preguntabas.
Soy un jinete que cabalga por la llanura de la vida
Apasionado y enamorado de las estrellas
Que quiere librar todas las batallas
Que me conduzcan hasta tu morada.