Helena en la Cala
San Vicente. Mallorca. JOAQUIN SOROLLA.1919
DATOS
BIOGRÁFICOS
Nacido en Mallén, (Zaragoza - España) el 25 de diciembre
de 1960. Reside en la ciudad de Zaragoza desde 1964. Ha desempeñado
los oficios de impresor, encuadernador, entrenador de baloncesto y
también colaborador en diferentes publicaciones de ámbito
local y nacional, así como coordinador de contenidos en un
portal de internet. Fue finalista en los certámenes de Poesía
y Relatos "Ciudad de Zaragoza 1990".
Ha publicado:
Las carreteras, cuento. Incluido en el libro Relatos Zaragoza 1990
y en la revista Nitecuento, nº 23.
Feria, cuento. En la revista Nitecuento, nº 13 y en el libro
"Los mejores relatos 2001" editado por Nitecuento.
La estrecha senda inexcusable, poemas. En el libro Poemas Zaragoza
1990.
Paisaje sin Batalla, cuento. En la revista Nitecuento, nº 16.
Espíritu de la Plaza, cuento. En el libro Callejón de
Palabras (tercer proyecto Mizares)
Antología poética. En Poemas Quietos (tercer proyecto
Mizares)
Nómadas. Poemas en la revista RAMPA (Colombia)
Dos poemas en la revista Imán.
Diversas colaboraciones en el suplemento literario del Diario Crónica,
de Comodoro Rivadavia, en Chubut, Argentina.
Poemas suyos han sido leídos en el programa radiofónico
"Rincón literario: Tus poemas por las ondas"
Ha recogido la mayor parte de sus cuentos en dos libros:
El Alba sin espejos y Reflejos, Intrusiones, Imposturas, aún
inéditos, y su poesía en el volumen La estrecha senda
inexcusable, compuesto por los poemarios La estrecha senda inexcusable,
El rostro prohibido, Metropolicromía, Itinerarios hacia ti,
El horizonte traicionado, Viñetas y recuerdos, Despertar en
el zaguán, Extrañamientos y rescates, Destierro y Mariela.
Desde
su página personal puede accederse a la casi totalidad de sus
colaboraciones en diferentes medios de internet, desde revistas virtuales
como EOM, Elfos, Letralia, Oxigen, Cayo Mecenas, Caminos de Pakistán
o RAMPA hasta los boletines Misioletras y La Tertulia en Mizar. También
incluido en diferentes páginas web como Poesi.as, El Gato de
Hank, Palavreiros, Proyecto Patrimonio, Biblioteca Virtual Miguel
de Cervantes, Cisne Negro, La Biblioteca de Bizién, El viejo
faro, Literatuya, Poesía Salvaje o Nausicaa, así como
en algunas antologías en contra de la guerra.
Andar
el empedrado sin tus pasos
resonando a la vera de los míos
es un camino inútil que no lleva
a parte alguna
………………....un
giro en infinito
cuyo único destino es el vacío.
Contemplar
las estrellas sin tus ojos
supone abandonarse a la ceguera,
ceder al cautiverio de los cuartos menguantes.
Se
suceden, inútiles, las horas.
Hay ecos en el aire, escuálidos reflejos
de la voz que alguna tarde me condujo
al borde de algún mar insospechable.
Se
desangra la noche interminable
buscando entre las sábanas tus manos
que otras noches habitaron de caricias
los contornos cansados de mi cuerpo.
Porque
aun llevo tus dientes clavados en mi alma,
porque fui poseído sin billete de vuelta,
porque desnuda de congojas me miraste...
¡Que alargada resulta en esta noche infinita
la sombra de tu ausencia que me quema!
Sergio Borao
ASTROS
NEGROS
Hay una muchedumbre de astros negros celestes
allende las fronteras que idearon los dioses,
allá donde los niños y los ancianos héroes
juegan sin entusiasmo a juegos no inventados
y las blancas alas de los serafines proletarios
dibujan círculos rectangulares en pos de un ángel
que, mudo, sonríe con maldad infinita
contemplando el tragicómico deshojar de margaritas
de las enamoradas vírgenes armadas de compases y pestañas.
(¡Ah,
no! No me digáis que el escenario está vacío
y los gusanos ya volaron en busca de otros muertos)
Raudos
trenes expresos transportan inexpresivos
las tardías sensaciones de los recién nacidos
condenados a viajar perpetuamente en el vagón de cola
o en abrasantes utilitarios desparramados
por las derretidas venas de una vasta metrópoli
mientras se desploman aviones de un cielo tormentoso
entre humo terror y sangre y llamas.
¡Todo
es noche incendiada!
¡Todo es infierno y caos!
¡Todo es un sanguinario pico destronando
las absurdas esperanzas de los cielos!
Quisiera
contar que entre soles y estrellas
una niña fugaz sonríe tristemente.
…………………………………………….Quisiera
convencerme de la inocencia de las flores,
del vago resplandor de los espejos
que largamente reflejan la nada que nos cubre.
Quisiera decir sencillamente "hasta mañana"
y amanecer sin un rasguño al otro lado,
mas la noche, burlona, jugó sus cartas marcadas
y su canción anuncia que nunca volveremos.
Despertar
es la temible venganza de las nubes.
Sergio
Borao
TAMBIÉN
EL MAR
También
el mar empuja dócilmente
antiquísimos mundos diminutos,
de noche, cuando el sueño
atraviesa los muros, profanando
las sílabas errantes de los cuentos.
Es,
entonces, la luna, burladero,
refugio de las hadas y los ogros
que en consorcio planean sin rubores
la ruptura del viejo pergamino.
En
otro lugar duermen
su sueño sin sonidos ni esperanza
los héroes del pasado
en un tálamo de cruces, vómitos y olvido.
Antiguos
mensajeros, mientras tanto,
se despojan del tedio acumulado
y vierten sobre el agua y en el viento
viejas plagas, del tiempo rescatadas.
La
iniquidad ensombrece el firmamento.
Bandadas subterráneas afloran como fuentes
emponzoñando ríos y acuarelas.
Flores de plástico y metal se adueñan de los bosques
y un rapsoda es lapidado por castores
bajo una luz violácea que desdibuja el orbe.
La
razón nos confiesa que todo está perdido.
Pero
el pequeño ladronzuelo
ataviado con la sangre de sus muertos
y el barro primordial que le sustenta,
ha conseguido hacerse con la llave
que conduce a la aurora o al destierro.
Sergio
Borao
DESPEDIDA
No volverán mis manos a tus manos.
No volverán mis ojos a mirarte.
No rozarán mis dedos tus cabellos.
No gozarán mis labios tu epidermis.
Son
demasiadas las balas disparadas.
Demasiadas las batallas que nos vieron
caer entre lamentos para no levantarnos.
Pocos serán los hombres que hayan de regresar.
Contra
el sueño incendiado de la tarde,
rostros anónimos en el silencio yacen.
No
hemos de regresar, que nadie espere
nuestras bocas de pan frente a la plaza
que una tarde lejana contempló la partida.
Nadie sobrevivirá cuando la noche
se nos trague entre metralla y fuego
y agudos alaridos resuenen por el bosque
sin herir los oídos de quien mueve los hilos.
Matando
sin motivo, moriremos.
Muriendo sin motivo, mataremos.
Nuestras balas harán llorar a sus mujeres.
Te harán llorar a ti, mi amor, sus proyectiles,
mas no olvides jamás que el asesino
no es el soldado triste que dispara
sino aquel que le manda en la distancia
sin que impregne sus manos el olor de la pólvora.
Quiéreme
si algún día recibes esta carta.
Sólo un minuto acuérdate del sueño compartido,
los alegres encuentros, las tardes, las caricias.
Después recuérdame sin una sola lágrima.
Mi sangre ya te busca desde el subsuelo fértil,
atravesando el cerco desolado de cenizas,
surgiendo renovada sobre la tierra estéril.
Sergio
Borao
NOCHES
QUE NO SE VENDEN AL OLVIDO
Hay palabras que parecen últimas
en la insondable voz del exiliado.
Hay
recuerdos perpetuos que regresan
como instantáneas que, crueles, nos transportan
a la luz de las farolas de otras calles.
Hay
senderos que los pies no reconocen
y una ciudad de encrucijadas inviolables
que se acuesta infinita sobre el páramo.
Hay
bocas cerradas, teléfonos mudos, quietud...
Pero
hoy la luna está brillando sobre el mar
y su redonda desnudez disloca el tiempo:
Duermes en el asiento, aquí a mi lado,
y una canción resuena emocionándome
mientras pasan, certeros, los kilómetros.
Hay
noches que no se venden al olvido.
Sergio
Borao
SI
TE VAS A MARCHAR
Si te vas a marchar, toma mi mano
y empújame al abrazo de la muerte,
que este abismo de silencio no lo quiero,
que este cúmulo de ausencias me envenena
como un atroz licor que no perdona.
Si
te vas a marchar, ángel vencido,
emigrante de mi cuerpo y de mis versos,
no me dejes el eco de tus risas
ni el rastro de tu piel entre mis dedos
ni la instantánea de tu sombra en los zaguanes.
Si
te vas a marchar, llévate los recuerdos;
borra de mi cuaderno las palabras
que llenaron las tardes de otro otoño.
Si
te vas a marchar, como un tiro en la sien del horizonte,
para el latir del tiempo y acalla las mareas
de la atlántica orilla que no olvida
todas aquellas noches de música y almíbar.
Si
me vas a matar, entierra mi cadáver.
No lo dejes pudriéndose en las fauces
del tenebroso olvido y la resaca.
Si
te vas a marchar, ciega mis ojos:
De nada han de servirme entre las sombras.